De espíritu revolucionario, tenaz, escéptico y pesimista como Pío Baroja.
Heredé la sensibilidad artística y el alma resquebrajosa de mi madre: a ambas podría llevarnos un soplo de amargura.
Aunque también heredé la dureza y la fortaleza de mi padre: mostrar tristeza no es algo que podamos o debamos manifestar.
Rebelde, curiosa, apasionada por cualquier disciplina que se tercie como él. Escéptica porque aprendí a no judgar y a no creer en nada, sólo a escuchar de los que más saben.
Cabezona, testaruda y luchadora de causas perdidas como ella.
No seré perfecta, pero mi totalidad está constituída por pequeños retales de ambos.
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