lunes, 22 de abril de 2013

Libido.



Nos vemos como dos extraños cuando nos cruzamos.
Pero en realidad hay más que "tensión no resuelta" entre nosotros.
Somos amantes nocturnos, amantes en nuestros sueños...
somos dos almas condenadas a la soledad, por miedo.

Apaga la luz y deja que las horas corran,
como nuestros cuerpos sofocados,
danzando bajo la luz de la Luna.

El relente moja nuestras ropas. Pero ya no las necesitamos.

Cómeme, bébeme.

Nos ciega el sol de la mañana: "¿quieres quedarte a mi lado?".
Silenciosos, nuestra respiración se hace una.
Lloramos, nos damos cuenta de que nuestro único final feliz
ha sido el culmen de nuestro libido desenfrenado.

El despertador emite su agudo llanto,
nos despertamos sofocados, cada uno en su cama.

Nuestro lugar sólo está en sueños.
La realidad no nos dio la oportunidad de tener nuestro final (feliz o no).
Un final para despedirnos, desnudos, hasta que la juventud muera.

El viento se lleva con él nuestra memoria cuándo el sol asoma por el horizonte infinito.
Infinito, como nuestro amor carnal.

Sólo me queda esperar a que se haga de noche de nuevo.