sábado, 19 de noviembre de 2011

Allí, dónde un día te amé.



La cama es un lugar seguro, aún conserva el perfume de su cuerpo, el perfume de sus cuerpos al entrelazarse. Allí imagina que lo vuelve a tener. Allí puede rememorarlo sin temor a que las lágrimas vuelvan a brotar de sus ojos. Pues allí es dónde empieza y donde termina la realidad y la ficción, dónde se intercalan el mundo real con el que ella desea que sea real.
Su cama para ella es un portal hacia su mundo idílico de dónde él es el protagonista.

Pone un pie en el suelo y el frío helador se apodera de ella.
Desnuda, frente al espejo se mira de arriba abajo y sin poder remediarlo se echa a llorar. Aquel fue el cuerpo que él amó, aquel fue el cuerpo que él tuvo entre sus brazos. El cuerpo que acarició y del que no se quería despegar cuando llegaba el día.
Necio y absurdo amor que creía que me regalabas.

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